Sánchez pasa de sus ministros para las medidas económicas y abre una etapa de gestión más autoritaria

El Gobierno afronta la recesión sin recuperar el PIB previo a la pandemia
Pedro Sánchez y Nadia Calviño en el Congreso. (Foto: Efe)
Joan Guirado

Pedro Sánchez quiere tener el control de todo lo que se decida y se haga en su Gobierno. Él, no su jefe de gabinete o su equipo. La sensación de que «alguna cosa falla» en el Palacio de La Moncloa se ha instalado con más fuerza que nunca tras el mal resultado que obtuvieron los dos partidos que forman la coalición en las elecciones celebradas en Andalucía. Y para revertirlo, Sánchez considera que debe ser él quien marque la estrategia de todo aquello que lleve el sello del Gobierno. Dejando, prácticamente, a sus ministros, como meros gestores. Hay un cierto malestar en su gabinete.

Ese enfado está fundamentado, básicamente, por un temor que quedó demostrado este mismo miércoles. La decisión de bajar el IVA del 10% al 5% «la tomó el presidente en solitario». «La conocían desde la noche anterior algunas ministras económicas», afirman, «y minutos antes de anunciarla la comunicó a sus socios de Podemos». Ni Nadia Calviño, ni Teresa Ribera, ni María Jesús Montero eran demasiado partidarias de esta medida que, en el caso de la titular de Hacienda, rechazó semanas atrás afirmando que Bruselas no lo permitía. Lo mismo ha ocurrido con la extensión de las medidas para paliar la guerra, que defendían fuera de tres meses, y Sánchez lo ha prolongado a seis en contra de su criterio.

Es el mismo caso que la imposición de una nueva carga fiscal a las empresas eléctricas que en el PSOE tachaban de «populista» hace sólo unos días cuando la pedía Yolanda Díaz. El presidente transmitió a la líder de Unidas Podemos que eso se iba a hacer y exigió a Calviño, Ribera y Montero «ponerse a trabajar cuanto antes» para aprobarlo de forma inmediata. Tal vez incluso este sábado. Las tres ministras económicas le trasladaron que no era una buena idea. Pero Pedro Sánchez, aseguran, «ha hecho oídos sordos», validando una medida que en cierta manera desautoriza a su equipo económico.

En el gabinete ministerial de Pedro Sánchez, donde también comparten que algo ha fallado para no lograr rentabilizar el Gobierno, pero que miran más bien hacia la comunicación, asumen que «van a ser meses complicados». «El presidente se había centrado mucho en su agenda internacional hasta ahora», explican, y eso «facilitaba» la toma de decisiones más técnicas y efectivas que ideológicas y políticas. Su voluntad de salir menos de España, de «pisar más la calle», impedirá a sus ministros trabajar con la misma autonomía, convirtiéndose en el brazo ejecutor de sus decisiones. Con la boca pequeña, en el entorno de alguno de los ministros, advierten de que «depende cómo vayan las cosas, en breve podemos ver más dimisiones como las que ha habido en el equipo de [José Luis] Escrivá».

Agenda

Una de los primeros cambios que ya se han empezado a ver, desde el pasado miércoles, es una mayor actividad laboral por parte del presidente y los ministros. Pedro Sánchez ha pedido a la parte socialista del gabinete «que se muevan, que se dejen ver». Y «que comuniquen lo que hacen». El objetivo es transmitir a la ciudadanía que «el Gobierno gobierna». De ahí, también, la celebración de un Consejo de Ministros extraordinario el sábado.

Nunca antes como esta semana, tras la debacle en Andalucía, la agenda gubernamental había estado tan llena de actos y apariciones en medios de comunicación. En un mismo día, el miércoles, hasta cuatro declaraciones del jefe del Ejecutivo ante la prensa -sin preguntas-, tres ministros ofreciendo ruedas de prensas extensas y cuatro entrevistas en televisión.

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